La relación de la mujer con su propio cuerpo debe ser uno de los puntos que más ha variado desde la incursión de la mujer en el mundo visible para la sociedad. Antes no disponía de su cuerpo para sí, debía dedicarse a la maternidad y la imagen de su cuerpo se medía con otros valores ya que este era precisamente el único papel que la sociedad le tenía reservado. Desde la llegada de la mujer a la educación, la investigación y demás ciencias, la noción de la imagen corporal ha ido variando a tal punto que parecería que la mujer ha retomado el control de su propio cuerpo. ¿Pero es realmente así o estamos asistiendo a otra pauta cultural con la que no todas las mujeres pueden identificarse?

    La imagen de mujer ideal se mide por la belleza, delgadez y juventud, por otro lado todas las ciencias y artes trabajan para que esto pueda concretarse. Así entonces tenemos que la industria «femenina» abastece al mercado con productos de belleza, tratamientos, alimentos bajas calorías, medicamentos para adelgazar, para no envejecer, anticonceptivos, spá de relajación, tratamientos antiestrés, tratamientos psicológicos y por supuesto quirúrgicos que cada vez comienzan a aconsejarse desde edades más tempranas para no llegar a edades avanzadas con riesgos.

    El logro de esta belleza y los productos que la garantizan ofrecen a la mujer juventud, seguridad, libertad, autonomía, omitiendo las consecuencias negativas que podrían tener para la salud y el bienestar.

    La imagen femenina ideal es aquella que ha pasado por el quirófano, se ha hecho cirugía embellecedora, se sacrifica comiendo químicos y aparenta 30 años menos de los que tiene y además se divierte! Y esto debe lograrse cueste lo que cueste.

    Y llegamos así a nuestro gran tema: el deporte. Que por supuesto, es una actividad que ni por aproximación se asemeja a aquello con lo que la sociedad espera que la mujer se identifique. La actividad física femenina entonces, es aquella que puede hacernos más lindas,  más jóvenes y encima nos prometa divertirnos!. Así surge una elección de mujeres, niñas y jóvenes por el fitness, el baile, el gimnasio, etc.

    En este aspecto las mujeres han ido adelantándose en este camino a los hombres, hoy lo que se espera de la mujer es que tenga una imagen corporal impecable, que esté radiante y que soporte el trajín de la vida diaria con el maquillaje intacto, y aunque parezca increíble, los hombres no están exentos, de esta «exigencia» social.

    Tanto hombres y mujeres por igual son esclavos de la «buena presencia». El ser humano se identifica con la imagen que crea tengan de él, lo que motiva a la «aceptación» por parte del individuo de los caprichos sociales de apariencia y comportamiento. Esa será su propia imagen y en esa búsqueda trabajará. Esto tiene verdadero peso independientemente de la actividad que se realice en cualquier ámbito. El deporte parecia no cumplir con el objetivo de mejorar esta imagen para que sea aceptada por la sociedad, en especial la de la mujer, por cuanto lo que se espera del trabajo físico deportivo es el desarrollo de una gran masa muscular, la masculinización y la manifestación de patrones de conductas características del sexo masculino.

   El deporte es sinónimo de una preparación, un entrenamiento a fin de poder llegar a una determinada competencia con una ganancia física, técnica y táctica, que ayude a llegar al máximo rendimiento. Las demás actividades físicas (aerobics, baile, bicicleta, etc.), tienen la similitud de la preparación para lograr una preparación y mejorar nuestra condición, nuestra salud o, por que no, nuestra belleza.

    Los deportes recreativos, que no persiguen el rendimiento máximo y que por lo tanto no requieren una severa preparación deberían estar alineados en una categoría propia y no mezclados con el deporte de representación, error que generalmente se comete en la realización de alguna encuesta para determinar si la población realiza deporte o no, quienes lo hacen, dónde y por qué.

    Otro error es considerar como deportes femeninos a las actividades recreativas, de gimnasio, las caminatas, la danza, la gimnasia modeladora y cuanta actividad surja de la moda mercantilista que promete hacer una imagen «como la que vos querés».

    Hoy en día siguen rigiendo los mismos valores arcaicos basados en fundamentaciones superficiales contra los cuales la mujer lucha constantemente, aquellos que marcaban a la mujer como un ser falto de voluntad, dependiente, inseguro, con falta de perseverancia para el trabajo y con cierta ineptitud para la actividad y rendimiento físico.

    Por lo tanto, para mantenerse con una imagen apta debe consumir aquellas actividades que no requieran «sacrificio» físico, ni «esclavitud»; para lo cual es más sencillo pasar por el quirófano, el dietista, la clínica de belleza y tener un personal trainer que no permita cansarnos y nos haga desaparecer las grasas sin hacer crecer demasiado los músculos que realizar una actividad física o deportiva que reclame voluntad y constancia ya que estos son los valores que no nos corresponden por considerarse masculinos.

    Hoy ya se acepta que la mujer sea inteligente, pueda entrar de lleno al mundo y actuar a la par de los hombres, pero con un cuerpo perfecto y con una imagen de sí misma aceptable para los demás, con la esclavitud que significa el cuidado de lo exterior. No se le permite liberarse de la dependencia de cómo se ve su cuerpo.

    Seguramente y podría esperarse que estos cánones de belleza física, dinamismo corporal, delgadez sin músculos definidos, sin arrugas vayan evolucionando teniendo como protagonista a la mujer y a lo que ella quiere de sí misma respetando los deseos y realidades a los que quiera llegar. Que la imagen de la mujer sea autoelaborada teniendo en cuenta sus propios deseos y su propio modo de vivir su cuerpo y su vitalidad.

    Las mujeres que se dediquen al deporte de alto rendimiento tendrán los valores que respondan a esa actividad, dentro de las características y requerimientos necesarios sin ser vistas como más o menos femeninas por haber ingresado a ese coto considerado aún de un ámbito netamente varonil.

    A pesar de los avances de la mujer que ha ido dejando de lado los estereotipos se sigue insistiendo en el mantenimiento de éstos. Aún se trata a las deportistas en forma diferenciada respecto a los hombres, en especial por los medios de comunicación que se ocupan de remarcar la relación del deporte con la vida personal, familiar y profesional, destacando el poco tiempo disponible que les deja esta búsqueda de logros deportivos para que las deportistas logren «ser mujer» y cumplir con los papeles de madre, novia o esposa, amistades y estudio o trabajo.

    El deporte de competitivo debe ser considerado como una actividad entre las demás, en la que la mujer pueda desarrollarse al igual que los hombres, como en la política, las ciencias, y todas las demás actividades, con igualdad de oportunidades para lograr los mejores resultados. Y la imagen de los deportistas debe ser eso simplemente: un o una deportista que intenta lograr lo mejor de sí mismo, al igual que la mayoría de los seres humanos en lo que hemos elegido.

FUENTE: efdeportes.com