El entrenamiento inestable es una propuesta de intervención corporal cuyo rasgo sobresaliente es la acción intencional dirigida al desarrollo de todas las capacidades motoras al mismo tiempo que mantener el equilibrio es el desafío. Su aspiración no se remite al equilibrio solamente, sino que pretende mejorar la expresión de todas las facultades motoras a pesar y con la dificultad adicional de conservar nuestro equilibrio. Quien lo practica, incrementa la estabilidad y el control postural en todas las actividades que realiza, tanto en el ámbito deportivo como fuera de él.
Se ha producido mucha investigación en torno al entrenamiento inestable y, como era de esperarse, el efecto agudo es una disminución de las expresiones motoras, sobre todo de fuerza, en aquellas personas que no tuvieron experiencia con este tipo de propuesta. De hecho, cuando la dificultad para mantener el equilibrio es mayor, inicialmente es más difícil ejecutar los ejercicios propios de este tipo de entrenamiento. Pero como efecto crónico, a mediano y largo plazo, las capacidades mejoran a pesar de la dificultad adicional de conservar el equilibrio. Trabajando las capacidades en forma estable, aún después de meses de entrenamiento, la eficiencia sigue siendo menor cuando el mantenimiento del equilibrio se complica. Pero cuando entrenamos inestablemente, todas las capacidades motoras mejoran y se expresan con eficiencia a pesar de las dificultades para mantener el equilibrio. Las personas son más efectivas al manifestar fuerza, flexibilidad, etc., a pesar de lidiar con el mantenimiento del equilibrio.
El entrenamiento inestable admite el abordaje a prácticamente todo contenido motor. Las experiencias son positivas en fuerza, flexibilidad, explosividad (en, por ejemplo, saltos y lanzamientos), el equilibrio mismo, los problemas posturales, la locomoción, habilidades deportivas específicas (los deportistas mejoran su performance ante fuerzas externas perturbadoras), actividades de la vida diaria (sobre todo, la disminución de la frecuencia de caídas y las lesiones cuando se producen, bajar escaleras, y otros gestos propios de la vida cotidiana), etc. En definitiva, todas estas situaciones motoras son desarrolladas al mismo tiempo que fuerzas exógenas atentan contra nuestro equilibrio, sobre todo en deportes.
Los dispositivos inestables más conocidos son las pelotas suizas (diferentes tamaños permiten variar las prácticas), semi – esferas o BOSU (both sides up), dina – disk (dispositivos inflables planos), tortuguitas (pequeñas semi – esferas), carritos deslizantes, los mismos trampolines elásticos sirven como dispositivos, las diversas tablas de propiocepción (tan frecuentemente empleadas por fisioterapeutas en rehabilitaciones), el TRX (total resistance body exercise) que es un dispositivo de suspensión, que puede colgarse de cualquier barra o soporte y permite trabajar inestablemente en una gran variedad de posibilidades. No obstante aclaramos que la presencia de dispositivos no es imprescindible en un primer momento, sino que, iniciando por actividades simples como ejercicios en un solo miembro (ejercicios parados en una sola pierna), podemos tranquilamente dar comienzo a esta experiencia.
Los beneficios son significativos, todas las capacidades motoras superan sus niveles iniciales, pero lo que, en definitiva, el entrenamiento inestable aporta como diferencial, es la mejora del ajuste estabilizador fino, ya que obligados a regular con precisión nuestro equilibrio, solicitamos activaciones profundas que nos permiten ser más eficientes para tolerar perturbaciones exógenas, como los empujones de los adversarios o la misma inercia al cambiar de dirección. El entrenamiento inestable ha demostrado ser óptimo para prevención y tratamiento de lesiones, y particularmente efectivo para la estabilidad de nuestra columna vertebral. Cabe remarcar que la práctica de ejercicio físico inestable puede ir dirigida a cualquier persona con un mínimo de estabilidad motriz; es decir, para todas aquellas personas con un mínimo de control de su cuerpo y con un nivel de condición física medio o superior. En etapas iniciales se recomienda empezar con ejercicios inestables simples y, siempre, bajo el control de un técnico deportivo. Tampoco se recomienda este tipo de ejercicios para aquellas persones que se encuentran en etapas agudas de determinadas lesiones ya que se requiere un proceso de recuperación previo para poder realizar los ejercicios sin la presencia de dolor.